¿Sabías que, se estima que 1 de cada 6 mujeres, y 1 de cada 10 hombres sufre o sufrirá depresión a lo largo de su vida? Y el tratamiento de este tipo de trastorno está basado principalmente en el diálogo con el terapeuta y el uso de fármacos, pero también existe otra sencilla terapia complementaria que previene y ayuda a combatir la depresión: el ejercicio físico.
Numerosas investigaciones científicas demostraron que el deporte reduce el riesgo de padecer depresión, y entre más lo practiques, menor será la probabilidad de sufrir este trastorno. Un estudio que realizó un seguimiento a más de 1.2 millones de personas en Estados Unidos, evidenció que aquellos que practicaban deportes tres o más veces a la semana, sobre 45 minutos en cada sesión, tenían mejor salud mental que los que no.
Sin embargo, si ya padeces depresión, también puedes empezar a ejercitarte y beneficiarte de sus efectos terapéuticos, ya que éste estimula la producción de proteínas que reparan las neuronas y aumentan su proliferación, regula los niveles de serotonina y otros neurotransmisores, aumenta el flujo sanguíneo cerebral y estimula la liberación de endorfinas, ayudando a combatir no solo la depresión, sino que también el trastorno de ansiedad e incluso, el deterioro cognitivo.
Mantenernos activos nos ayuda a estar más felices, gracias a las endorfinas que potencian nuestro sistema inmunológico y nos hacen estar más activos y contentos. La sensación de bienestar es mayor, porque la liberación de estos neurotransmisores tiene un efecto relajante, brindando una sensación de satisfacción y bienestar físico y emocional.
Mientras hacemos ejercicio, nuestros músculos liberan a la sangre multitud de sustancias químicas que afectan a nuestras neuronas haciendo que éstas puedan repararse, proliferar, mejorar su funcionalidad e incrementar conexiones. Y precisamente, algunos fármacos antidepresivos median su acción incrementando los niveles cerebrales de estos factores, efecto producido de forma natural al hacer alguna actividad física.
Y ahora, lo más importante: ¿a qué se le llama actividad física, y cómo empezar? Lo ideal sería hacer ejercicio durante 30 minutos al día, entre tres a cinco veces por semana, ya sea caminatas, trote, clases de algún deporte, rutinas en el gimnasio, entre otros. Pero, si aún no adquieres el hábito, puedes empezar con metas realistas y pequeñas cantidades de actividad, de tan solo 10 a 15 minutos a la vez, que también marcarán la diferencia y servirán para ir aumentando la duración con el paso de los días.
Además de adquirir el hábito, lo más importante siempre será que un médico o profesional de la salud mental te apoye, para que te brinde orientación y diagnóstico. Juntos podrán establecer un programa de ejercicios o una rutina que se adapte a tu plan de tratamiento general.
El deporte no solo es beneficioso para la salud física, sino que también desempeña un papel crucial en el bienestar mental. La relación entre el ejercicio y la salud mental ha sido ampliamente estudiada, y numerosas investigaciones respaldan los beneficios que el deporte puede tener en la lucha contra la depresión y la ansiedad.
Diversos tipos de ejercicio pueden ser beneficiosos para reducir la ansiedad. La elección del ejercicio dependerá de las preferencias personales y de la condición física de cada individuo. Algunos tipos de ejercicios buenos para la ansiedad son: correr, caminar rápido, ciclismo, natación, yoga tradicional o vinyasa, danza, entrenamiento de fuerza, ejercicios al aire libre y pilates, entre otros.
La depresión infantil es un tema delicado, y es esencial abordarlo con sensibilidad. Aquí te dejamos algunas actividades que se pueden considerar para apoyar a niños que pueden estar lidiando con la depresión, pero es importante destacar que la intervención de profesionales de la salud mental es fundamental en estos casos.
Sí, el ejercicio regular puede ser beneficioso en el manejo de la depresión posparto. La depresión posparto es una condición de salud mental que puede afectar a algunas mujeres después de dar a luz. La combinación de cambios hormonales, ajustes en la vida diaria y las demandas de cuidar a un recién nacido puede contribuir a la aparición de síntomas depresivos.